martes, 19 de febrero de 2013

Punto de vista

LA MUERTE DE LA CHICA SAYAS

Me despierto a las 6 am. Me cambio entre sueños el pijama, prendo el televisor para despertar a mi hermana y estar al pendiente de la hora. Como siempre, el noticiero matutino nos muestra lo mismo de siempre: sangre, violaciones, robos, secuestros y asesinatos. Asesinato. El asesinato.



¿Qué importancia tiene un asesinato? Es decir, ¿Qué importancia tendría para alguien ajeno al entorno familiar del occiso?. De ninguna manera se puede negar que es un hecho penoso y  trágico; pero que solo le compete a la familia y a la justicia para ejercer la ley. Punto, se acabó. ¿Qué tuvo ésta muerte que las otras no tuvieran? El hecho de que la víctima haya participado en un conocido programa de TV y haya contado su verdad, ¿la hace diferente?.

Esto es evidencia, sin lugar a dudas, de la actual situación del periodismo en el Perú. Día a día, titulares nos muestran entrevistas con preguntas absurdas y fuera de lugar con la familia de la occisa, fotos del colegio (asunto que no viene al caso) que muestran solo una cosa: la necesidad enfermiza de figurar. El actual periodismo escrito y visual, con este caso, solo nos muestra una cosa: que nos hemos convertido en carroñeros, sádicos y pervertidos. ¿Desde cuándo se ha visto que la vida íntima y sexual de una persona deba mostrarse en un medio masivo de comunicación? En el S. XXI,  este tipo de noticias crean el ambiente propicio para los nuevos figurettis de chollywood.

A la nueva generación de periodistas, por favor, no cometan los mismos errores que sus antecesores. Venderé mi televisor.

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